lunes, 16 de enero de 2017

Obesidad como objetivo en las politicas de Salud Pública: comentario del artículo

OBESITY-THE NEW FRONTIER OF PUBLIC HEALTH LAW.

Michelle M. Mello, J.D., Ph.D., David M. Studdert, LL.B., Sc.D., M.P.H., and Troyen A. Brennan, M.D., J.D., M.P.H.


INDICE:

1. OBESIDAD: 
 
             Concepto.
             Situaciones desencadenantes. Estrategias prevención.
             Consecuencias.

2. DIETA MEDITERRANEA.

3. LEGISLACION: Legislación en EE.UU y España



1. OBESIDAD
CONCEPTO DE OBESIDAD
La capacidad de almacenar energía alimenticia en forma de grasa adquiere un valor de supervivencia cuando el aporte de alimentos es esporádico o bajo. A diferencia del glicógeno o de las proteínas los triglicéridos no requieren agua o electrolitos para ser almacenados y pueden permanecer retenidos prácticamente como grasa pura. Un gramo de tejido adiposo proporciona casi el equivalente teórico completo de 38 Kj (9 Kcal). Gracias a este eficaz sistema de almacenamiento de energía en el sistema adiposo, una persona de peso normal puede sobrevivir hasta 2 meses de inanición total. Sin embargo, la sociedad occidental no se caracteriza por un aporte periódico o insuficiente de alimentos, sino más bien lo contrario. En consecuencia, la capacidad de almacenar grasa frecuentemente tiene un valor negativo para la supervivencia, debido al consumo excesivo y a la consiguiente obesidad.
Según la SEEDO (Sociedad Española para el Estudio De la Obesidad), la obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un aumento de la masa grasa y en consecuencia por un aumento de peso. Existe, pues, un aumento de las reservas energéticas del organismo en forma de grasa. El término crónico se le aplica debido a que forma parte del grupo de enfermedades que no podemos curar con el arsenal terapéutico del que se dispone en la actualidad.
No hay que confundir peso excesivo con obesidad, ya que por ejemplo un culturista tiene un peso elevado pero a expensas de la masa muscular; la insuficiencia cardiaca puede producir una retención de agua y también producir un aumento de peso, y lo mismo puede ocurrir con la insuficiencia hepática y renal.
Desde un punto de vista antropométrico, que es el habitualmente utilizado en clínica, se considera obesa a una persona con un Índice de Masa Corporal (IMC) igual o superior a 30 kg por metro cuadrado1. En la actualidad el empleo de la impedanciometría multifrecuencia tiene un interés complementario a la valoración antropométrica para la estimación de la composición corporal y grado de adiposidad. En función del porcentaje graso corporal, se define como sujetos obesos aquellos que presentan porcentajes por encima del 25% en los hombres y del 33% en las mujeres. Los valores comprendidos entre 21 y 25% en los hombres y entre 31 y 33% en las mujeres se consideran límites. Los valores normales son del orden del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en las mujeres.
Según los criterios epidemiológicos, deben ser tratados los adultos cuyo índice de masa corporal (IMC) >= a 25 kg/m2, si además presentan factores de riesgo peso-dependientes. La evaluación del riesgo, para etnias caucásicas (IMC) y el perímetro de la cintura se expone en la tabla 1:
Existen otras técnicas más precisas para medir la grasa corporal, pero su coste y complejidad limitan su utilización generalizada.
La obesidad se clasifica en tres grupos: la etiológica, la dependiente del IMC y la debida a la disposición topográfica de la acumulación de grasa3. En la clasificación etiológica, destaca por su frecuencia (90% de la población española) la obesidad esencial debida a una alteración de la regulación del ajuste de peso, o bien a una alteración del ponderostato; se incluyen también en este grupo las obesidades de origen endocrinológico, hipotalámico, genético y las ocasionadas por fármacos.
SITUACIONES DESENCADENANTES DE LA OBESIDAD:
Aparte de los factores ambientales desencadenantes y la predisposición genética, existen algunas situaciones especiales que deben ser cuidadosamente valoradas por el clínico, ya que pueden favorecer o desencadenar la acumulación adiposa. Estas situaciones son:
  • Embarazo: durante la gestación se producen una serie de cambios hormonales y psíquicos que en ocasiones se acompañan de un aumento de la ingesta. El resultado final puede ser un excesivo aumento de peso, con un cambio en los hábitos alimentarios. Hay que recordar que durante el embarazo las necesidades energéticas aumentan entre 250 y 300 kcal/día.
  • Lactancia: con la llegada de un hijo suele aumentar el estado de ansiedad de la madre, y éste hace que muchas veces aumente la ingesta. Si a esto se añade el reposo preceptivo después del parto, el resultado puede ser un aumento de peso. Durante la lactancia las necesidades aumentan aproximadamente en 500 kcal.
  • Menarquia: durante esta etapa se producen importantes cambios hormonales, con un desarrollo físico y psíquico más acelerado que en etapas anteriores. Son frecuentes en esta etapa de la vida los cambios en el peso, aunque se desconoce su mecanismo.
  • Supresión de la actividad física: paralelamente a la disminución del ejercicio se produce un descenso de las necesidades energéticas, que muchas veces no se acompaña de una disminución en la ingesta, lo que da como resultado un aumento progresivo de peso. Este efecto es más acentuado en los deportistas de elite o en aquellos que dedican varias horas al día a la práctica de ejercicio físico.
    La vida sedentaria, propia del mundo occidental, es, en parte, responsable del incremento de la prevalencia de obesidad. La serie de ventajas que representan el “progreso”, como ascensores, automóviles, mandos a distancia, etc., conllevan un ahorro de energía importante que puede derivar en un aumento de peso.
  • Abandono del tabaquismo: al dejar de fumar puede producirse un aumento de peso que suele oscilar entre 3 y 10 kg. El tabaco, en concreto la nicotina, tiene poder anorexígeno (disminuye la sensación de hambre) y estimula la secreción de adrenalina. Estos dos mecanismos ayudan a regular el peso, a través de una reducción de la ingesta. Al dejar de fumar, además, se produce un estado de ansiedad, causado por la privación de la nicotina y por el cambio de hábito, que muchas personas intentan aliviar comiendo más, sobre todo alimentos ricos en hidratos de carbono.
  • Postoperatorio: en líneas generales, después de una intervención quirúrgica se produce una etapa de reposo y esto, unido al aumento de los glucocorticoides, puede dar como resultado en algunos pacientes un aumento de peso.
    Existen, además, una serie de factores sociales que se relacionan con la obesidad. Diversos estudios demuestran que la prevalencia de obesidad es más elevada en personas de nivel socioeconómico bajo que en las de nivel alto. Probablemente intervienen varios factores como tipo de alimentación, actividad física, nivel cultural...
ESTRATEGIAS DE PREVENCION:
Los recursos utilizados para la prevención son similares a los aplicados al tratamiento de la obesidad, no reconociéndose una clara diferenciación entre ellos. En el primer caso, se reservaba a las autoridades de la salud mientras que en el segundo, quedaba en manos del clínico. Las fases del tratamiento de la obesidad incluyen la prevención de la ganancia de peso, su mantenimiento, el manejo del peso y las co-morbilidades y la pérdida de peso7.
Las bases de la prevención son la enseñanza y práctica de un estilo de vida más saludable con modificación de la oferta alimentaria e incorporación de trabajo físico al cotidiano.
Modificar la disponibilidad de alimentos de riesgo para el desarrollo de obesidad, necesita de medidas gubernamentales que promuevan campañas informativas, educativas, gravámenes a alimentos obesogénicos, etc., mientras que crear las condiciones para una vida más activa, que no represente una carga ni un tratamiento, necesita de legislaciones y apoyo de autoridades.

CONSECUENCIAS de la ENFERMEDAD
“La elevada cantidad de grasa corporal total, los depósitos de grasa central incrementados que constituyen la grasa visceral y la ganancia excesiva de peso, se asocian todos ellos con riesgo aumentado de muerte.”(Forga y col, 2002:117)
Además, la obesidad lleva asociada una serie de trastornos y alteraciones:
Alteraciones metabólicas
  • Anomalías lipídicas: consistentes en un aumento del colesterol total y de los triglicéridos.
  • Insulin-resistencia y diabetes Mellitus: “Esta diabetes se suele presentar en obesos como consecuencia del agotamiento de su capacidad de liberar insulina en cantidades cada vez mayores, una consecuencia de la resistencia a la insulina que desarrollan estas personas” (Alemany, 1992: 232) El aumento de peso, aumenta los niveles requeridos de insulina, y la posibilidad de insulinorresistencia, que derivará en diabetes. A nivel celular, hay una disminución de GLUT-4 en tejido adiposo y de glucokinasa hepática.
Alteraciones respiratorias
La respiración del obeso es más difícil debido a la dificultad de mover el diafragma en el abdomen y a la resistencia de la caja torácica a dilatarse, puesto que la capa de grasa subcutánea que la recubre se lo impide, disminuyendo la capacidad pulmonar. Este hecho se ve incrementado cuando el individuo se encuentra en posición de supino.
  • Apnea del sueño: Está comprobado que “La obesidad constituye el principal factor de riesgo para el desarrollo del síndrome de apnea obstructiva durante el sueño” (de Lucas y col., 2004)Este síndrome está debido a infiltraciones de grasa que se producen en la submucosa de la vía respiratoria, lo que hace que disminuya su calibre y su tono muscular, favoreciendo el colapso.
  • Síndrome de Pickwick: se desarrolla como consecuencia de la confluencia de hipoventilación e hipoxemia. Consiste en una retención de dióxido de carbono.
Alteraciones cardiovasculares
Los factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares incluyen el cociente cintura/cadera elevado, diabetes mellitus y una circunferencia abdominal mayor de lo normal, todo ello directamente relacionado con la obesidad.
  • Cardiopatía isquémica (con angina e infarto de miocardio): La obesidad impone una alta demanda al corazón para aportar sangre a todos los órganos, lo que unido a la alta prevalencia de aterosclerosis (del griego Sklerós, piedra o duro) hace que los pacientes con obesidad sufren un elevado riesgo de infarto.
  • Hipertensión arterial: Según Lluís Forga, “El hiperinsulinismo puede causar hipertensión arterial a través de un doble mecanismo: estimulación del sistema nervioso simpático y retención de sodio a nivel renal”
  • Miocardiopatía: una larga duración de la obesidad provoca infiltración de grasa en el músculo cardiaco e irregularidades en el funcionamiento ventricular.
Alteraciones endocrinas
Alteraciones dermatológicas
Tales como estrías, o menor inmunidad al ataque de microorganismos, debido a que la excesiva sudoración producida para eliminar una mayor cantidad de calor en una superficie epidérmica no proporcional, aumenta la vulnerabilidad

Alteraciones tumorales
Los pacientes obesos tienen aumentado el riesgo de ciertos tumores, como es el caso de carcinomas de vesícula y vías biliares, mama, ovario, cérvix y endometrio en mujeres, recto y próstata en hombres o riñón y colon en ambos sexos.
Alteraciones gineco-obstétricas
Son comunes menstruaciones irregulares y ciclos anovulatorios. La fertilidad puede estar reducida. Además, en el caso de preadolescentes obesas, la menstruación puede no presentarse, o hacerlo y estar seguida de amenorrea, que puede durar varios años.
Alteraciones digestivas
  • Reflujo gastroesofágico.
  • Esteatosis y estetohepatitis no alcohólica: es decir, “infiltración o degeneración adiposa en los elementos anatómicos” (AA.VV, 2005:456). La grasa se acumula en el citoplasma de los hepatocitos, formando vesículas de triglicéridos. En ocasiones, esto se acompaña por inflamación de los lóbulos hepáticos.
  • Colealitiasis: el exceso de colesterol en la bilis produce cálculos biliares
Otras alteraciones
La obesidad aumenta el riesgo tras las operaciones, por la vulnerabilidad a infecciones y la abundancia de problemas pulmonares. Además, la obesidad “se asocia a cambios fisiológicos que modifican la distribución, metabolismo y excrección renal de fármacos” (Forga y col, 2002:124) No podemos olvidar que un exceso de peso limita la calidad de vida, lo que también puede provocar depresiones, ansiedad y descenso del autoestima.


2.CAUSAS ALIMENTICIAS
Una de las causas de la acumulación excesiva de grasa está estrechamente relacionada con la alimentación y es el desequilibrio del balance energético.
La energía contenida en los alimentos se utiliza para mantener el equilibrio basal (es decir, el correcto funcionamiento de órganos y sistemas) o como “carburante” para actividades adicionales
Puede producirse un desequilibrio entre la energía ingerida y la consumida que puede ser:
  • Negativo: se consume más energía que la que se ingiere. Así, se consumirían las reservas corporales y una vez terminadas, el individuo comenzaría a perder peso.
  • Positivo: la energía ingerida en los alimentos es mayor que la consumida, por lo que el individuo acumularía el excedente de energía en forma de acúmulos de grasa.
Además, se sabe que la dieta mediterránea es un modelo de alimentación saludable, ya que contiene un bajo porcentaje de grasas y proteínas de origen animal, con un predominio de ácido oleico (abundante en el aceite de oliva) y lípidos poliinsaturados (contenidos en los pescados), alta en hidratos de carbono complejos, fibras y sustancias antioxidantes.
De todos modos, en España, y en el resto de países mediterráneos, se ha modificado esta dieta tradicional, según un estudio realizado en Gavà, “Hay un déficit en la ingesta de hidratos de carbono y un consumo inferior al ideal de frutas, verduras y hortalizas, más acusado en jóvenes. El consumo de lácteos es inferior al aconsejado. La ingesta de legumbres, pescado y carne blanca se aproxima a los niveles correctos” (Fernández-Vergel y col. 2006: 148) También se ha incrementado el consumo de productos precocinados y comida de los llamados establecimientos de “comida rápida”. Veamos algunos de los puntos por los que no es saludable:
Alto contenido en grasas saturadas y de cadena larga: como por ejemplo, ácido palmítico, que aumentan el LDL, disminuyendo el cociente HDL/LDL.
Grasas Trans: producidas tras la deshidrogenación y posterior hidrogenación de ciertas grasas para su mejor conservación, también aumentan el LDL.
Glutamato monosódico: Este aditivo es la sal sódica del ácido glutámico. Se utiliza como potenciador del sabor. Su contenido en sodio puede aumentar la tensión y su acción como potenciador provocar ansiedad.
Azúcares: además de aumentar el contenido calórico total de la dieta, pueden provocar diabetes si se consumen en exceso.

3.LEGISLACIÓN
Estados Unidos ha sido el pionero en hablar de la evidente falta de legislación en torno a la obesidad, debido a los alarmantes niveles de ésta que muestran las estadísticas y el peligro que supone para la salud pública, lo que también provoca importantes costes económicos. Ya que el gobierno tiene derecho a regular el comportamiento privado para promover la salud, se han tomado medidas importantes (pese a la oposición de algunos sectores que lo consideran una intervención paternalista por parte del Estado, y también de compañías de comida rápida, dulces y refrescos).
Estas medidas se han centrado especialmente en los niños, prohibiendo la venta de refrescos en los colegios, mejorando las comidas preparadas por el Nacional School Lunch Program y ampliando la oferta de clases de educación física. Además, la demostración de la evidente influencia de la publicidad en los hábitos de vida y la vulnerabilidad de los niños ante ella, que no perciben el efecto persuasivo de los anuncios ha llevado a un mayor control de la publicidad y a la “educación” del público contra la obesidad mediante libros y películas (a lo que también han ayudado los juicios contra McDonalds que atraen la atención sobre los daños que pueden producir malos hábitos de vida).
Se han creado lugares al aire libre que resulten atractivos para hacer deporte.
La comida basura no se considerará comida a la hora de pagar impuestos, por lo que éstos serán más altos y las empresas fabricantes de alimentos están obligadas a una explicación pormenorizada de los contenidos nutricionales de sus productos (lo que, por otra parte, ha pasado en casi todo el mundo).
En España, según un estudio del Gabinete de Estudios Sociológicos Bernard Krief algo más de dos millones de personas, entre 35 y 60 años, padecen obesidad, y el número de niños y adolescentes obesos crece de forma preocupante.
Los primeros pasos firmes, a nivel legislativo se dieron en el año 2002, cuando fue aprobada en el Senado la moción presentada por el senador por Tenerife, Juan Antonio García-Talavera, por la que solicitaba al Gobierno que estudiase el tema de la obesidad, a fin de adoptar todas aquellas medidas que fueran necesarias para su prevención y tratamiento, al considerar que se trataba del principal problema nutricional.
Se creó, por parte de AESA (Asociación Española de Seguridad Alimentaria, promovida por el Ministerio de Sanidad y Consumo) la Estrategia NAOS, que centra su actividad en la promoción de hábitos de vida saludables, entre cuyas acciones está el acuerdo firmado con las cadenas españolas de restauración moderna.
De todas formas, no podemos olvidar la dificultad que supone tratar de cambiar hábitos firmemente instaurados, pero es urgente hacerlo para evitar que la previsión de la OMS, que predecía que en 2030, el 50% de la población europea será obesa, se cumpla.
Bibliografía:

AA.VV (2005) Diccionario terminológico de ciencias médicas. 13ª Edición, Barcelona, Masson

ALEMANY, M. (1992). Obesidad y nutrición. 1ª Edición. Madrid. Alianza Editorial.


BARBANY M., FOZ M. (2002) Obesidad: concepto, clasificación y diagnóstico, En: Anales del Sistema de Sanitario de Navarra, vol 23 suplemento 1, Pamplona, Departamento de Salud del Gobierno de Navarra (ed).

BRAUNWALD E. (2005): Harrison: manual de medicina interna, México, Mcgraw-Hill/Interamericana de México.

FERNÁNDEZ-VERGEL, R., PEÑARRUBIA MT., RISPAU-FALGÀS A., ESPÍN-MARTÍNEZ A. y GONZALO L (2006) ¿Seguimos realmente una dieta mediterránea? Aten. Primaria 37 (03): (148-153)

FORGA, L., PETRIA, E.& BARBERÍA, J.J. (2002). Complicaciones de la obesidad. ANALES Sis San Navarra. 25(1): (117-126)

De LUCAS, P., RODRÍGUEZ, J. & RUBIO, Y. (2004) Obesity and lung function. Arch. Bronconeumol. 40 (5): (27-31)


MONTERO J.C., CUNEO A., FACHINI M., BRESSAN J.. (2002): Tratamiento integral de la obesidad y su prevención, En: Anales del Sistema de Sanitario de Navarra, vol 25 suplemento 1, Pamplona, Departamento de Salud del Gobierno de Navarra (ed).

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MONTERO JC. (1997): Obesidad del Adulto, En: Anales del Sistema de Sanitario de Navarra, Pamplona, Departamento de Salud del Gobierno de Navarra (ed).




OBESITY-THE NEW FRONTIER OF PUBLIC HEALTH LAW.

Michelle M. Mello, J.D., Ph.D., David M. Studdert, LL.B., Sc.D., M.P.H., and Troyen A. Brennan, M.D., J.D., M.P.H.






Comentario por: Jessica Abadía Otero
Fernando Abadín López

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