El pasado 6 de Febrero tuvo lugar en España el
temido examen MIR, que trata de ordenar a los médicos recién egresados y otros médicos
que se presentan a la prueba para la elección de plazas de médico interno residente
en los hospitales públicos de Sistema Nacional de Salud.
Como casi todos los años, los recién examinados
aseguran que ha sido un examen difícil, raro, con innovaciones como el aumento
en el número de fotos y preguntas
extrañas sobre temas poco frecuentes en el histórico de preguntas MIR de otros
años.
En este sentido una de las preguntas novedosas, la
que abordaba el tema de las redes sociales en la consulta, ha sido la protagonista
del debate y controversia.
“Juan, residente de segundo año, atiende en urgencias
a Sofia, una muchacha de 15 años que, al parecer, se ha desmayado en la escuela
sin llegar a perder la conciencia. La paciente cuenta que estaba pendiente de
realizar un examen, lo que le causaba mucha ansiedad. Por el interrogatorio,
parece entreverse una situación de cierto acoso por parte de sus compañeros y
la posibilidad de que sufra un trastorno alimentario. Las constantes vitales y
exploración neurológica son normales. Juan mantiene a Sofia en observación a la
espera de que sus padres acudan al servicio echando, periódicamente, una ojeada
a cómo se encuentra la paciente. Tras el susto inicial, la paciente parece
encontrarse cada vez más animada y es muy simpática. En una ocasión, Juan la
encuentra chateando activamente con su móvil. Juan le indica que sería mejor
que dejase el móvil y descansase y para tranquilizarla, le cuenta que el
también utiliza mucho las redes sociales desde la facultad. Sofia pide perdón
por desconocer que tenía que tener el móvil apagado, y tras apagarlo, le
pregunta si podrá hacerle una solicitud de amistad en Facebook. ¿Cuál cree que
es la mejor respuesta de Juan?”
Las
respuestas variaban desde aceptar la solicitud a declinarla en pos a los
adecuados límites de la relación asistencial. La pregunta además se encarga de
puntualizar la situación emocional de esta chica adolescente, en plena edad del
pavo y con trastornos psicológicos…Pensando desde el punto de vista de la
paciente no se considera adecuado sobrepasar esos límites de relación médico
paciente.
La pregunta tiene
miga, encierra muchas cuestiones en cuanto a cuáles son los límites de la relación
médico paciente, cómo debemos de entender esta relación, qué papel juega la ‘salud
digital’ en la actual situación sanitaria y en la futura…
El
profesional de salud cuando está pasando consulta está prestando un servicio a
la sociedad en su conjunto y está provisto de diferentes medios (entre ellos la
consulta como espacio físico, el ordenador…) que provee el estado para que
lleve a cabo esta labor. El medico sustenta una responsabilidad para con sus
pacientes que puede verse comprometida si cae en el error de personalizar ese
espacio, porque no es ‘su consulta’, es una consulta del Sistema Nacional de
Salud que le es cedida para desempeñar una función concreta: velar por la salud
mental, física y emocional de la comunidad.
Esta función
pudiera sufrir menoscabo si cobra valor la personificación en detrimento del
médico, la figura personalista. ¿Por qué patrón debería estar cortado la figura
del profesional sanitario entonces? ¿Dónde queda la ‘libertad asistencial’ (comparando
con la libertad de catedra de los docentes)? Pues bien, el patrón de actuación
del profesional sanitario debe estar regido por una adecuada escala de valores,
por saber qué es lo que realmente debe importar en la vida. Aquí es donde entra
en juego la ética asistencial, y los principios bioéticos de Beneficencia, No Maleficencia,
Justicia y Autonomía.
En la corrección
del Ministerio puntualizan que según el código deontológico Artículo 26-3 el
ejercicio clínico de la medicina mediante consultas exclusivamente por carta,
teléfono, radio, prensa o internet, es contrario a las normas deontológicas. Pues
bien, esta afirmación no está reñida con hacer una continuación de la
asistencia de forma online ya que se encargan de puntualizar el carácter ‘exclusivo’
de esta asistencia virtual. Por tanto este ejercicio clínico virtual complementario
puede aportar grandes beneficios a la asistencia sanitaria.
El ámbito de
las redes sociales y otras herramientas virtuales no debe ser minusvalorado en Salud. También tienen largo recorrido ya las páginas webs de información para
pacientes divulgativas que se desarrollan tanto desde organismos públicos como
desde entidades privadas. Esta información validada, veraz y orientada al
paciente puede ayudarle a comprender su enfermedad y le posibilita como agente
activo en el manejo de su condición y en la promoción de estilo de vida
saludable (empoderamiento del paciente).
No confundamos compartir nuestro
perfil personal con nuestros pacientes con las inmensas posibilidades que nos
brindan las tecnologías de la información. En este sentido lo que debe hacer el
medico es enseñar las herramientas adecuadas para obtener información online.